Movilizaciones del 12M-15M: perdamos el miedo, organicemos las luchas para frenar los recortes y el ataque a las libertades. No pagaremos su deuda

13/05/2012
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De manera intempestiva e inesperada, emergió hace un año el movimiento de la indignación colectiva en el Estado español: el movimiento 15M. Alimentado por las revueltas que estaban trastocando las “impasibles” sociedades árabes, regidas por regímenes autoritarios de décadas, el movimiento 15M fue capaz de materializar el descontento social ante una realidad que se degradaba por la crisis, cierre de empresas, despidos, aumento del paro, ocupando las plazas y sacando a miles de personas a la calle; plasmando su fuerza, para reclamar otra salida a la crisis económica en dirección contraria a la planteada por los mercados: recortes del gasto social, austeridad, desvío de miles de millones a los bancos, desmontaje de los servicios públicos… La Primavera Árabe devolvió la confianza en el «nosotr@s» y en la capacidad colectiva para cambiar el actual orden de cosas. El 15M rompió con el escepticismo, la resignación y la apatía imperante.

El 15M supuso un vendaval en el Estado Español que hizo temblar, por momentos, las estructuras del poder interpelándolo directamente sobre su responsabilidad ante la actual crisis desenmascarando la connivencia entre el poder económico y el político. El 15M produjo una falla en el sistema, una pequeña ruptura al deslegitimar el proyecto neoliberal de una democracia “parlamentaria” secuestrada por parte del poder financiero, donde quienes gobiernan no están al servicio del 99% sino que representan al 1%. Después de meses tomando las plazas, el movimiento bajó en intensidad porque “comprendió” que tomar las plazas no era suficiente para cambiar la realidad política y económica. Se necesita algo más: tener una alternativa a este sistema. Cambiar el mundo de base no es una tarea ni fácil ni inmediata. Hay que reconstruir otra correlación de fuerzas entre quienes ostentan el poder y la gran mayoría de la sociedad y esto requiere de un largo camino, no siempre lineal ni previsible. Pero esto no ha significado una derrota, sino que, ante el reto, el movimiento se reestructuró creando asambleas de barrio para encontrar la mejor manera de organizar la resistencia porque intuyó que la crisis había venido para quedarse.

Son variados los frutos de la emergencia del 15M. Generó un proceso de repolitización de la sociedad que todavía perduran, normalizando la protesta social y radicalizando sus formas de lucha: la expropiación y la nacionalización de la banca, la paralización de los desahucios, el «no pago» de una deuda injusta, ilegítima… Ha puesto de manifiesto que lo “ilegal” no es ocupar casas o bancos, sino desahuciar a familias o estafar con los activos financieros. Socializar la desobediencia es una de las grandes victorias del 15M. El movimiento de la indignación colectiva ha supuesto, en definitiva, un aire de esperanza para encontrar los caminos que rompan las pesadas inercias de las políticas neoliberales que nos llevan a una sociedad del miedo, a una sociedad empobrecida a causa de la apropiación de las élites económicas de la riqueza social para socializar las pérdidas de su modelo productivo. Más allá de las miles de personas que ocuparon las plazas, participaron en asambleas, se manifestaron en la calle…, muchas otras, desde sus casas, se sintieron «representadas» por esta marea indignada. El 15M ha significado la incorporación de una nueva generación militante, la reactivación de una parte de activistas que se habían perdido ante la frustración de luchas perdidas, de la dispersión de la izquierda ante la derrota de transformar esta falsa “democracia”, trascendiendo el núcleo activista clásico de la protesta.

Son muchos los retos que tenemos por delante, la magnitud de los recortes pone en peligro el debilitado Estado del Bienestar, la sangría del paro, miles de familias son desahuciadas o la represión al movimiento, reformando del Código Penal para penar severamente las acciones directas no violentas. Necesitamos de una mayor organización para seguir construyendo la resistencia frente a la salida neoliberal de la crisis y el 15M es un buen marco para ello. Es imprescindible reforzar las estructuras del 15M, sus asambleas, comisiones de trabajo y la coordinación de las mismas. Pero no debemos caer en tentaciones autorreferenciales del propio movimiento. Debemos poner en perspectiva el movimiento: el 15M ha sido el prólogo de un ciclo de luchas que acaba de comenzar. La exitosa Huelga General del 29-M es buena muestra de ello. Ganar la batalla al modelo económico requiere de paciencia, de tener una estrategia sostenida de movilización en el tiempo, de construir un sindicalismo combativo que huya del modelo pactista de la última década y de unificar las distintas luchas que se están produciendo en las empresas contra los despidos, sobre los servicios públicos con los recortes o sobre la vivienda. Por ello, es indispensable reforzar y construir como movimiento las diferentes movilizaciones actuales en las que nos jugamos mucho como la de la reforma laboral y las jornadas de lucha sectoriales sobre la educación, huelga del 22 de Mayo, y la sanidad.

Estos tiempos convulsos nos muestran la certeza de que quienes ostentan el poder no renunciarán sin más a sus privilegios. No sabemos el resultado de este «combate» entre los «de arriba» y los «de abajo», pero si no luchamos la partida está perdida de antemano.

¡NUESTRAS VIDAS VALEN MÁS QUE SUS BENEFICIOS!

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