Frente a su modelo extractivista, construyamos un Aragón soberano y ecosocialista

23/04/2021
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Comunicado de Anticapitalistas Aragón

Llegamos a este 23 de abril, Día de Aragón, tras un año de inicio de la pandemia mundial del COVID-19. La primera mención no puede ser otra que la dirigida hacia las miles de familias y personas que han sufrido la pérdida de un ser querido. Así como hacia todas aquellas trabajadoras que se han dejado la piel llevando a cabo cientos de labores esenciales en todos los rincones de la sociedad: sanitarias y trabajadoras de residencias, pero también limpiadoras o trabajadoras de supermercados, así como todas aquellas personas que sostienen el sector primario de la agricultura y la alimentación. El impacto de esta pandemia ha mostrado todo aquello que se quería mantener invisible. Ha quedado claro cuáles son los trabajos que sostienen la vida, y cómo son las clases populares, que más sufren la desigualdad, quienes los llevan a cabo.

Aquellas transformaciones que ya eran necesarias antes de que llegara la pandemia, ahora se vuelven todavía más urgentes y vitales. Este es el caso del modelo económico y productivo al que nos encontramos sometidas. Los vínculos entre este modelo y la crisis ecológica que va a marcar las próximas décadas son indiscutibles. Es fundamental abordar un cambio de rumbo profundo y radical que construya una sociedad que no choque con los límites planetarios, al mismo tiempo que abordamos la tarea desde la justicia social y la redistribución de la riqueza. En este sentido, consideramos una agresión el modelo de explotación y expolio del territorio que se está imponiendo en Aragón por parte de múltiples empresas privadas y bajo el amparo de las instituciones del Gobierno de Aragón dirigidas por el cuatripartito PSOE-PAR-Podemos-CHA. Son ya demasiados los conflictos ecológicos que se amontonan sobre nuestros pueblos y comarcas. Hace ya tiempo que se dejó de tratar de cuestiones aisladas. A lo que nos enfrentamos es a la intensificación de un modelo especulativo, extractivista y destructivo.

  • Una producción porcina que no deja de aumentar, dejando a su paso un reguero de purines, contaminación de suelos y aguas hasta el punto de dejar a pueblos y comarcas enteras sin acceso al agua potable. Un modelo de macrogranjas que apenas producen empleo, un modelo de macromataderos en los que reina la explotación laboral, un modelo de fábricas de piensos que importan miles de toneladas de aquellos cereales que impulsan la deforestación en otras regiones del mundo.
  • La expansión de cientos de grandes centrales de producción eléctrica a partir de fuentes renovables y cientos de líneas eléctricas de alta tensión en regiones de gran valor natural y paisajístico. Un desarrollo especulativo que nada tiene que ver con la verdadera transición energética que necesitamos, sino con el beneficio de un puñado de empresas. Unos proyectos que no crean empleo fijo en la zona, que empeorarán la crisis de la despoblación y que tendrán un gran impacto sobre la biodiversidad local.
  • La construcción de nuevas pistas de esquí en un Pirineo que ya está sufriendo las consecuencias de la emergencia climática. La archiconocida especulación inmobiliaria que se quiere abrir paso, a fuerza de excavadoras y cañones de nieve artificial, para engordar todavía más los bolsillos de un puñado de caciques y de Ibercaja.
  • Así mismo, la alfombra roja que se le ha puesto a la implantación de Amazon en Aragón, con diferentes centros logísticos y un centro de datos, es el equivalente a un disparo de perdigones en el pie. Una empresa que establece su modelo de negocio alimentándose del consumismo y de la asfixia y la quiebra del pequeño comercio local. Justo lo contrario a lo que necesitamos en un momento de crisis ecológica y social.
  • A todo ello se le unen otros muchos elementos. Como un modelo agrícola cada vez más industrializado, en el que avanza el regadío al mismo tiempo que disminuye el rendimiento de las cosechas, por el agotamiento de los suelos fértiles y por el avance de las consecuencias del cambio climático. Como el desmantelamiento progresivo del ferrocarril, dejando a decenas de pueblos sin el acceso a una movilidad que no dependa del coche privado.

Por estos motivos, consideramos imprescindible organizar una respuesta desde las clases populares que se oponga a este modelo de territorio. Pues sus beneficios son incompatibles con nuestras vidas. Pues todos estos procesos son parte de una amplia ofensiva que busca mercantilizar hasta el último espacio de nuestras vidas, como hemos visto con la violenta privatización del cuidado de personas dependientes y enfermas o con la multiplicación de los ataques contra el derecho a la vivienda; que afectan de manera específica a las mujeres. Pues una transición ecológica real y socialmente justa es hoy más urgente que nunca, y su modelo avanza en el sentido contrario al que necesitamos. Solo mediante la organización y una acción política decidida que confronte con unas empresas, caciques y élites económicas que están acostumbradas a hacer y deshacer sobre nuestra tierra como les venga en gana podremos lograr las transformaciones profundas y radicales que son hoy tan vitales.

Este 23 de abril, animamos a rechazar con fuerza este modelo extractivista y a asumir la tarea de construir una respuesta que pase por la soberanía en todos los terrenos. Soberanía económica frente a las élites, soberanía energética por un modelo renovable distribuido, soberanía alimentaria para impulsar un modelo agroecológico. Luchemos por la soberanía popular y la organización desde abajo para construir un Aragón socialista, democrático, feminista y ecologista.

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