Feminismo para seguir vivas

15/08/2015
Publicado por

machismomata

Ya está. El asesinato de Laura y Marina, que bien podría haber sido el hilo argumental de alguna serie de sábado noche, parece haber destapado el tabú de la violencia machista. Porque, claro, esto es distinto: ya no se trata de una discusión de pareja, ni de peleas habituales, ni de un pobre hombre al que la venganza se le va de las manos; esto es un crimen de verdad. Lo de que el asesino comprara la cal con antelación y luego huyera a Rumanía… eso, bueno, demuestra que el crimen va más allá de su relación de pareja; que él es, en resumidas cuentas, un criminal peligroso, un loco violento. Casi podríamos pensar que lo que ha pasado en Cuenca no tiene nada que ver con la violencia machista. Y hay, de hecho, quien parece pensarlo: María Ángeles Carmona, Presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica (sic) del Consejo General del Poder Judicial, señalaba hace dos días que el nombre de Laura no aparecerá entre las víctimas oficiales de violencia machista, al no existir relación sentimental alguna entre ella y el agresor.
El empeño en vender el doble feminicidio de Cuenca como un caso anormal no se explica sino por el miedo a que se entienda como lo que es: un caso perfectamente normal. Tras la cobertura de excepcionalidad queda lo de siempre: dos mujeres más asesinadas. 64 en lo que va de año. Sesenta y cuatro. Todas a mano de hombres que tenían o habían tenido algún tipo de relación sexual o sentimental con ellas. Casi 800 mujeres asesinadas en el Estado Español desde 2003. Una cifra que no es comparable a la de ninguna otra violencia sistemática desde el fin del Franquismo y que no puede ser reducida a casos particulares.
Frente a quienes pretenden ver en los hechos de esta última semana la gota que colma el vaso, nosotras, las mujeres, las que aguantamos el día a día de las violencias machistas y de la sociedad patriarcal, sabemos que hace mucho que el vaso fue derramado. La sociedad se horroriza ante los asesinatos, pero retira la vista de todo lo demás. Los asesinos no son depravados: son hijos sanos de un sistema histórico que nos explota, nos excluye, nos cosifica, nos infantiliza, nos reduce, nos boicotea, nos domina, nos ridiculiza y nos niega el derecho a ser. No son casos aislados: son el resultado final de la opresión patriarcal que sufrimos en todos los aspectos de nuestras vidas.
El Patriarcado nos quiere solas, inseguras y dependientes. Nosotras, sin embargo, nos queremos vivas. Para ello, autoorganización de mujeres, apoyo mutuo y creación de redes de afinidad colectivas; autodefensa feminista, conquista de espacios propios y acción directa.

ANTE LA VIOLENCIA MACHISTA, EL FEMINISMO COMO ÚNICA SALIDA. NI UNA SOLA AGRESIÓN SIN RESPUESTA.

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