Declaración de Anticapitalistas sobre la venta de armas a Arabia Saudí

11/09/2018
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La crisis entre el gobierno español del PSOE y la reaccionaria monarquía saudí (amiga de Al Qaeda) en torno a la supuesta cancelación de un contrato de venta de cinco corbetas construidas en los astilleros de Navantia en San Fernando por un importe de 1.813 millones de euros, revela los males de fondo que aquejan al modelo productivo industrial y energético y a la orientación de la política exterior y comercial del Estado español, pero también a la moralidad -inmoralidad habría que decir- de la orientación de los partidos gobernantes.

Políticos y capitalistas que venden muerte y producen paro

El detonante de la crisis fue el anuncio del Ministerio de Defensa español de cancelar la venta de 400 misiles guiados mediante láser ante la posibilidad, más que probable, de que sean usadas en la guerra genocida del Yemen y contra su población civil. Pero bastó un “toque de atención” de la diplomacia saudí para que la “firmeza” ética del gesticulante gobierno de Sánchez se resquebrajara: las bombas que vendió el ministro del PP Pedro Morenés serán entregadas. Rechazamos este paso atrás gubernamental que contradice la propia legalidad española que prohíbe en esas condiciones la venta de armas tal como argumentó inicialmente la propia ministra Margarita Robles. A la vez que exigimos que el gobierno español condene sin paliativos, como lo han hecho los de otros estados, al régimen de Arabia Saudí. Frente a la guerra desencadenada por esta criminal potencia regional la prioridad política debe ser salvar las vidas humanas.

En connivencia con la diplomacia saudí, junto al lobby armamentístico, importantes sectores del capital español ávidos de hacer negocios con el AVE a la Meca o el metro de Riad -que supondrán sustanciosas ganancias para un puñado de empresas aunque sea mínimo el impacto sobre el empleo en el Estado español y aún menor el beneficio fiscal- y los sectores vinculados a la importación y refino del crudo, así como el entramado de relaciones político-económicas de la monarquía española con la saudí, han realizado una eficaz campaña de chantaje sobre la opinión pública y en particular sobre la población de la Bahía de Cádiz, cuyos niveles de desempleo y precariedad alcanzan cotas inhumanas e insostenibles, para que se tuviera que elegir en el dilema chantajista: muerte ajena o miseria en casa.

Sacar a Navantia adelante, por la diversificación y la estabilidad, no a la industria de la muerte

La culpa de cómo están los astilleros públicos la tienen el PP y el PSOE, que son quienes han gobernado y dirigido la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). A Navantia en San Fernando la han especializado en construir buques de guerra, o sea en la actividad bélica, cuya carga de trabajo es contraria a la ética y, además, inestable. Si hoy existe incertidumbre en Navantia y un chantaje sobre la mesa (o las corbetas o nada) es por la falta de planificación, por su subordinación al mercado bélico, por la ausencia de diversificación, por despreciar mercados y actividades que se realizan en otros astilleros del mundo.

En todos estos años no ha habido medidas por parte de los gobiernos para garantizar la estabilidad de las nuevas generaciones del metal, que han visto como entraban y salían de las contratas por la puerta de atrás cada vez que había un contrato o se acababa. No ha habido una propuesta seria de recuperar las plantillas, dejándolas envejecer, ni una propuesta de bolsas de trabajo que impidiera la incertidumbre, valorara la experiencia y acabara con la represión sindical y el miedo instalado en el eslabón más débil de los trabajadores.

Anticapitalistas hemos participado en todas las movilizaciones de la Bahía que exigían estabilidad y el fin de la precariedad para los compañeros de las contratas en los últimos años. Y seguiremos así, a su lado, en cada movilización que pida estabilidad, trabajo y dignidad laboral.

La absoluta dependencia de la industria militar lo único que consigue es hundir a los trabajadores y a la Bahía en un pozo de inestabilidad en el que llevan metidos décadas. Es necesario crear un plan alternativo, de desarrollo, para que nunca más tenga que depender de las falsas promesas de los Gobiernos, de los contratos puntuales y de los caprichos de un mercado y de la economía que un día dice que sí y al otro, dice que no.

Existen alternativas

Llevamos años reclamando y poniendo propuestas sobre la mesa, a favor de la diversificación de la actividad para producir con criterios de utilidad social y en este sentido hemos planteado propuestas viables eco-sociales y de paz -tanto a nivel de la Bahía, como las ciudades de Cádiz y San Fernando-. Ni la Junta de Andalucía (a través del inmovilista clúster) ni la Moncloa que tiene la capacidad decisora e inversora pueden “escurrir el bulto”. Pueden y deben reorientar de inmediato el proyecto de Navantia, en tanto que es una empresa pública, para diversificar la producción, asegurar el empleo, impulsar un nuevo modelo productivo industrial y energético ambientalmente sostenible, económicamente viable y socialmente justo y garantizar al tiempo y en todo momento el respeto a los Derechos Humanos.

Existen alternativas. Y se deben implementar mediante una transición justa para los trabajadores fijos de plantilla y para los de contratas, asegurando sus salarios y prestaciones durante todo el periodo transitorio, la formación profesional puente y los puestos de trabajo en las nuevas actividades.

Paz, trabajo y solidaridad

Jamás un pueblo puede basar su bienestar sobre la base de las desgracias de otros pueblos. Eso, aparte de ser una injusticia, mañana puede volverse en su contra cuando cambian las tornas. La clase trabajadora siempre ha avanzado cuando es solidaria y avanza con la de otros países. Eso permite una mejor correlación de fuerzas frente a sus patronos y gobiernos respectivos y cuando esto se olvida, como ocurrió en diversos momentos de la historia, los retrocesos y desgracias se extendieron por los cuatro puntos cardinales.

Nuestra orientación es clara: En defensa de la paz, los Derechos Humanos y el empleo. No a la industria militar y a la guerra. Sí a la industria naval civil y a un futuro digno para los astilleros. Por la transición justa. Por la estabilidad de los trabajadores de las contratas.
 

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