25N: Nos quieren aisladas, nos tendrán organizadas

24/11/2020
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Comunicado de Anticapitalistas

Este 25 de Noviembre viene marcado por la situación de crisis sanitaria, social y económica del covid-19. La pandemia mundial ha puesto en evidencia las costuras de un sistema capitalista, patriarcal y racista que atenta contra la reproducción de la vida, que desmantela, precariza y privatiza lo público y los cuidados. El covid-19 sí entiende de clases y de género. La desigualdad es violencia y ambas se agudizan en las crisis. Somos las más precarias, las racializadas y migrantes, las trans, las más expuestas a estas violencias, cada día y aún más en cada crisis.

El covid-19 ha desplazado la urgencia de la atención a las víctimas de violencias machistas. Si la atención a las víctimas ya era insuficiente, la crisis sanitaria aún complica más la necesidad de ofrecer alojamiento, protección y acompañamiento a las víctimas independientemente de su pasaporte o de si tienen o no papeles. El sistema dejó solas, encerradas en casa con sus maltratadores, a miles de mujeres. En el mes de abril de 2020, en pleno confinamiento, las llamadas al 016 aumentaron un 60% respecto a abril de 2019. La cifra aún es más espeluznante sabiendo que convivir veinticuatro horas con tu maltratador hace casi imposible llamar sin que te vea o te oiga. Desde el movimiento feminista se puso el acento en la necesidad de cuidarnos, de estar atentas, de no dejar solas a nuestras vecinas. Algo fundamental contra las violencias machistas y contra las desigualdades que las sostienen: construir lazos, construir comunidad.

La crisis provocada por el covid-19 ha vuelto a invisibilizar nuestro trabajo y a encerrarnos en los roles de género. Somos nosotras quienes hemos tomado las medidas para cuidar: dejando nuestros trabajos, reduciendo nuestras jornadas, precarizando nuestro salario y condiciones laborales. La nueva normalidad refuerza la vieja normalidad: refuerza la idea patriarcal de las mujeres como cuidadoras principales, “naturales”. Los trabajos esenciales vuelven a ser invisibles, lo que supone un ataque a las conquistas del movimiento feminista y a la visibilización de las luchas de los sectores más precarios de las mujeres.

Juntas entre nosotras, en la calle, en los barrios, en el movimiento, en las asambleas, en nuestros trabajos, hemos aprendido que el feminismo nos hace más fuertes, más visibles. No podemos permitir que se imponga la “doctrina del shock”, aprovechando la pandemia, debemos seguir organizadas y con nuestras demandas. Seguimos exigiendo políticas que pongan la vida en el centro frente a esta crisis sanitaria, frente al cambio climático, frente al capitalismo.

El endurecimiento de las leyes no resolverá el problema de fondo. La criminalización, la estigmatización y la censura de la prostitución o de la pornografía tampoco resolverán los problemas de fondo: las desigualdades que solo se atajan con medidas estructurales, garantizando salario, empleo, vivienda, atención sanitaria, educación… y exigiendo también una educación afectivo-sexual que se centre en la prevención y en el empoderamiento de las mujeres como sujetos de deseo y placer y no como objetos sexuales para otros, que nos reconozca como personas con derechos sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, sin subordinar ni nuestro deseo ni nuestro tiempo ni nuestro trabajo al de otros, y en la que la responsabilidad contra las violencias no recaiga sólo en las mujeres.

Nos quieren sumisas y con miedo, nos tendrán organizadas y desobedientes. Juntas somos más fuertes, juntas respondemos ante las violencias machistas desde la autodefensa colectiva.

Ante las violencias machistas: resistencia colectiva, apoyo mutuo y organización feminista.

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